lunes, 30 de noviembre de 2015

Entelequia

Me preguntaba el otro día si se desvestirá la lluvia, del mismo modo en que ella nos desviste a nosotros al aullar y golpear con fuerza nuestras ventanas cerradas. Y ya se sabe, si llover y llorar suenan parecido, encuéntrale el sentido...
Recuerdo haber muerto alguna vez en esta orilla. Luego pienso que estás tú. Tú estás aquí. Tú no huyes.
Supongo entonces que el yunque que me aferra a la vida está fuera, lejos de mí. Y que a veces lo encuentro. Sólo cuando me pierdo, claro. O cuando no quiero encontrarme.
Ahí paro de pensar. Concluyo, en fin, que seguiré aferrada la vida, al menos hasta que ella se vaya con otro.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Gaviotas

De verdad que no pensaba volver a escribir sobre esto.
Pero es que hasta las gárgolas se ablandan.
Mereces una revolución bajo tu nombre. Y yo me lo he repetido tanto que he acabado por montármela yo sola.
Tengo un pasado insomne. He querido como el que se arranca las costras. He dejado amores sin usar. He temido cumplir promesas que nunca hice, he vivido con el miedo en el pecho, he guardado balas con tu nombre en la recámara y he afirmado abrochándome la sonrisa que lo bueno de tener el corazón a pedazos es eso, que las flechas, tal como entran, salen.
Queda confesado. Traigo arena entre mis pasos, tapando huecos del pasado. Y desconfío hasta de mis propias manos. Pero me han hecho así, estoy hecha así, como otros están ya hechos a una enfermedad incurable.